diumenge, d’agost 31, 2008

Gavia: el mito Dolomita

Bon dia,

Cuando decidimos qué puertos queríamos subir, allá por el mes de marzo, el nombre de Passo di Gavia me vino inmediatamente a la cabeza. Es el menos conocido de los cinco que subimos.

El Gavia tenía para mi un regusto de hazanya, de cima inalcanzable, de esfuerzo sobrepasando el límite de lo humano. Todo viene del Giro del 88 y de una etapa que transcurría por el Gavia y donde los corredores experimentaron condiciones tremebundas que incluyen nieve y una carretera no asfaltada. Estas imágenes pueden transmitir lo que aquellos ciclistas sufrieron:







He dejado el relato anterior en la bajada del Ventoux. De allí hasta los Dolomitas quedaban algo más de 800km. Era mediodía, así que se presentaba una tarde noche interesante.

Enganchamos la autopista y de allí hasta Niza, Mónaco y luego entrada en Italia hasta Génova. Todo ese tramo es por la costa y la mayoría del tiempo sólo con doble carril. Largo y aburrido. Luego nos dirigimos hacia Milán y posteriormente hacia Brescia. Ya era de noche cuando nos adentrábamos en las estribaciones dolomíticas. El lago d'Iseo, dada su magnitud, fue la única maravilla que pudimos apreciar mínimamente. Además el sol se ponía.
Nos costó un poco encontrar el Albergue ya que estaba un poco distante del punto desde donde queríamos atacar el Gavia, pero al final lo encontramos. Había mucho cansancio, pero las ansias de conquistar el mito era enorme.
He aquí el Passo di Gavia

Bajamos en coche hasta Prato di Legno. El perfil y la distancia asustaban. Como veis los primeros seis kilómetros son más tranquilos, así que nos sirvió para calentar.

Pero cayó el 6 y la pendiente empezó a castigar las piernas. Plato mediano y pinyón grande y para arriba. La carretera se estrechaba cada vez más y me recordaba a las imágenes de televisión en Giro o Tour. El único problema es que aquí pasaban coches en las dos direcciones y eso anyadía demasiada tensión a una subida estupenda. En una ocasión nos vimos forzados a insultar a un holandés que quería que pedaleáramos más cerca del precipicio y así podía conducir su Audi por enmedio de la "autopista" (otro día hablaré de nuevo de los coches grandes y de la anormalidad de europeos comprando 4x4).

Los tramos al 10% o al 11% se repetían y mis piernas lloraban. Las barritas energéticas ayudaban pero su energía se quemaba demasiado rápido. El único consuelo era una vista alucinante sobre un valle muy bonito. Nunca había realizado una ascensión tan preciosa.

Cayeron los 10 para meta, mucho más tarde los 5. Víctor me animaba a ir un poco más rápido, pero yo no podía poner adverbios al "ir", con "ir" era suficiente.

Apareció el temido túnel. Gracias a altimetrías lo conocíamos. 500 metros al 10% de pendiente. Hasta ahí normal. Lo anormal es que es un túnel sin ningún tipo de luz, ni natural ni artificial. Entras en el túnel y la reacción inmediataes intentar poner la luz, como si estuvieras en el coche. No hay luz. Estás a 2400metros de altitud. Hace frío. Pasan coches que iluminan y al mismo tiempo asustan. No se ve nada. Cualquier piedra o agujero en el asfalto te pueden llevar al suelo. No entiendo como se permite, pero eh, es Italia...

A la salida del túnel y a poco más de 2 para meta el Gavia te regala una rampita al 13%. Cae el plato pequenyo durante un centenar de metros. Queda poco para llegar pero quizás menos para parar. Encuentro fuerzas de algún sitio, se ve la meta, últimos metros, llego. Satisfacción enorme.

Arriba muchos ciclistas y un bar lleno de fotos del Gavia, de los Giros y de locos que lo han subido hasta 200 veces.

La bajada fue asombrosa, sobretodo los 500 metros de túnel, mucho más peligrosos en bajada que en subida.


Al día siguiente esperaba el Mortirolo, pero la satisfacción de conseguir el Gavia era tan grande que poco importaba lo que vendría. Como un día me dijo alguién esa satisfacción nunca me la podrá quitar nadie.

Passo di Gavia, qué gran acierto.

Besos

Jordi

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