dilluns, de desembre 24, 2007

Diferentes

Buenas noches desde Barcelona,

Hace algún día que quería escribir este post y ayer, leyendo Moon Palace de Auster (la recomiendo), descubrí una historia que me venía como anillo al dedo para escribirlo.

Fogg, el protagonista de la novela, acompanya a Effing, el minusválido al que cuida, por las calles de Nueva York. Effing está muriéndose y decide distribuir parte de la gran fortuna que tiene con la gente que pasa por la calle. Primero se dirige al banco y pide 20 mil dólares en billetes de 50. Son 50 dólares (unos 40€) de 1970, así que una cantidad apreciable. Effing decide distribuir el dinero durante 10 días, por lo que cada día reparte 40 billetes.

Fogg supone que la gente reaccionará de forma uniforme al recibir los billetes de 50 dólares, pero se sorprende al ver el abanico de reacciones. Unos ríen, otros lloran. Unos dan las gracias, otros se muestran recelosos pensando que es una broma o una falsificación. Unos los aceptan y dan las gracias e incluso les invitan a tomar algo, otros dicen no gracias. 40 reacciones diferentes cada día.

La semana pasada una colega del trabajo trajo galletas que había cocinado la noche anterior. Estaban muy buenas y todos la felicitamos. Nunca había hecho nada parecido y la verdad es que es una persona que pasa muy desapercibida, es muy tímida e introvertida. Hacia la una de la tarde marchó porque se había cogido medio día de fiesta. Cuando pasé de nuevo por delante de su mesa la caja de galletas tenía un post-it: "Hoy es mi cumpleanyos, disfrutad de las galletas". La verdad es que todos en la oficina nos quedamos alucinando.

Me quedé muy sorprendido, no era algo que esperaba. Supongo que no lo esperaba porque yo no lo hubiera hecho así. Yo hubiera cocinado algo (sabéis que me encanta cocinar) pero hubiera querido compartir mi alegría con los demás. Muchas veces nos pasa eso, pensamos que todos reaccionaran como nosotros, o pensamos que sabemos como los demás reaccionaran. Y de pronto algo pasa que no nos cuadra, somos diferentes. A Fogg le pasó como a mi, esperaba que todo el mundo reaccionara como lo hubiera hecho él.

Nos gustaría que los demás, y sobretodo los más cercanos, se comportaran de una determinada forma en cada momento, a cada ocasión. Entonces creemos que todo sería perfecto, los engranajes de las relaciones se moverían con más sincronismo, y aparentemente todo sería más fácil. Sin embargo, en el mundo real, en el que yo vivo y en el que Auster describe a Fogg, eso no es así. Supongo que la solución es simplemente "no esperar" o darse cuenta que somos "diferentes" y que la diferencia, aunque a veces nos complique un poco la vida, en el fondo nos enriquece, nos hace más tolerantes y nos hace crecer.

Un beso y bon Nadal

Jordi

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