dijous, d’octubre 25, 2007

China reloaded

Buenas noches,

Ya hace horas que la casi luna llena brilla en el cielo de Shenzhen. Este cielo cargado de contaminación impide ver cualquier estrella, sólo la luna ilumina la noche.

Si todo va bien, en 12 horas estaré en un avión camino de Beijing y luego cogeré otro camino de Copenhage.

Han sido días muy intensos en los que he descubierto muchas cosas, desde caminar por la cuarta terminal de containers más grande del mundo, hasta visitar una de esas fábricas chinas de las que salen por la tele. Es chocante ver aquí en los almacenes prendas de ropa que luego ves en las mismas tiendas en Europa. Es sorprendente saber que muchos productos sólo se distinguen por la marca, y que el contenido es el mismo.

China, la fábrica del mundo... La gran desconocida... Como tantas otras cosas de las que hablamos hay que verlas. Pero China no es una, China es enorme y multicultural, un entramado de razas, lenguas y culturas diferentes. No es lo mismo Shenzhen que Shanghai, ni lo mismo Beijing que Hong Kong, por no hablar de Qingdao, de Guangzhou, de Fuzhou. Hay muchas Chinas. Cuando algunos no entienden porque en Barcelona muchos no apoyan la candidatura de Madrid a las olimpiadas habría que oir a alguien de Shanghai hablar de los Juegos Olímpicos de Beijing.

Es difícil quedarse con algo de este viaje. Los viajes en metro por la manyana siendo el único extranjero y el centro de atención. La locura consumista de Hong Kong con centros comerciales que aún no hemos visto en Europa. El afán de muchos chinos de practicar inglés a toda costa. La excelente comida china que nunca encontramos en Europa. Un licor que he visto hoy con un fondo repleto de ratas recién nacidas, y otro de serpiente. Lo barato que es comer (hoy hemos comido 10 por 25€). Las tiendas de marcas de alto standing que ocupan los centros comerciales y a las que asombrosamente no entra nadie. El poco sentido del espacio personal que tienen (nunca vi tanta gente en un ascensor)...

Marcho de China con una sensación algo diferente de la que marché de Shanghai o de Hong Kong, quizás porque he podido conocer algo más, pero aún sigo creyendo que este no es mi lugar en el mundo.

Besos

Jordi

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