dimarts, de març 20, 2007

De vuelta o de ida

Buenas noches,

Dicen que no se acaba un viaje hasta que no vacías la maleta, la cierras y la pones en el armario. Yo llegué ayer, pero mi maleta la enviaron a Estocolmo y no ha llegado hasta esta noche, así que el viaje no ha acabado hasta hace un rato.

Abrir la maleta me ha dado idea de la verdadera magnitud del viaje. Había tantas cosas que ya no recordaba! Han sido 17 días, 7 vuelos, más de 40 mil kilómetros, 5 países y un carro de experiencias y anécdotas. De tanto viaje a comentar la semana en Vietnam y en Panamá, lo demás ha sido el transporte de un sitio a otro. Son dos países luchando por superar el umbral de pobreza. Dos poblaciones muy jóvenes y dos situaciones que combinan tradiciones milenarias con el capitalismo más salvaje de Starbucks, de McDonalds o del Hard Rock Café.

Los que me conoceis sabeis que Asia no es lo mío y que mis experiencias previas en Tailandia y en China no habían sido del todo positivas. Vietnam lo ha mejorado pero sigo sin sentirme cómodo allí. Primero la cultura es tan diferente que me cuesta mucho entenderla, y adaptarme. Segundo me estresa el nivel de movimiento para arriba y para abajo. En Ho Chi Minh debe haber, sin exagerar, 20 o 30 veces más motos que en Barcelona, impresionante. Tercero, la comida. En Vietnam no es picante pero después de 2 días comiendo noodles,…

Panamá es diferente, me ha encantado. Es un país en ebullición. Nunca hubiera imaginado tanto rascacielo junto en Centroamérica. Un país lleno de oportunidades. Una comida excelente, una temperatura maravillosa, una gente extraordinaria. Quien sabe donde acabaré…

Ayer alguien me preguntó si no tenía ganas de echar raíces. Por la noche había volado de Nueva York a Copenhage. A media noche me desperté y no sabía donde estaba. Rápidamente vi que en un avión y mirando la pantalla vi que sobrevolaba el Atlántico. Ahora mismo no tengo sensación ni necesidad de echar raíces. Mi coyuntura personal y profesional así lo definen. El sacrificio de venir a Copenhage es suficientemente grande como para plantearme otros retos. Igualmente sé que en un futuro sí que plantaré raíces y que serán muy fuertes. Ahora mismo me veo como el caracol que lleva su casa a cuestas cada día. Estoy convencido que en un mundo tan global y tan pequenyo no importa tanto donde estés, sino estar donde importas, ya sea en una oficina o en un corazón.

Un viaje lleno de rayos de sol, de amaneceres rojos, de lunas llenas, de sudor a 30 grados, de hablar inglés todo el día, de conocer mucha gente, de sonrisas, de abrazos, de buenas noticias y de muy malas, de sentirte cerca de los que están lejos y lejos de estar cerca, de decir con orgullo que soy de Barcelona, de levantarme a ver como pierde el Barca y de ver como es un gran club en todo el mundo, de hablar con muchos taxistas, de no dormir en mi cama, de desayunar, comer y cenar fuera, de vuelos, de carreras por aeropuertos, de ensenyar demasiadas veces el pasaporte, de echaros de menos, de canciones, de mails, de esperas, de diferencias horarias, de trasnochar, de mucho suenyo y de cansancio, de sonyar y sobretodo de sentirme muy, muy privilegiado.

Tenía muchas ganas de escribir, muchas.

Las fotos ya vendrán cuando tenga el cable de la cámara L

Un petó

Jordi

2 Comments:

At 2:22 a. m., Anonymous Anònim said...

una abraçada càlida i propera, sensei!

 
At 4:01 p. m., Anonymous Anònim said...

Jordi, he anat seguint amb molt interès la volta al món des de Roma i des d'avui, des de Barcelona. Em quedo amb el detall d'aquest darrer on comentes que la globalitat d'aquest món et fa relativitzar el lloc on vius. Bé, només afegiria que no tots podem escollir on plantar arrels. És en el primer que he pensat quan ho he llegit. I ho dic estant vivint fora de casa, afortunat com sóc...

Una abraçada ben forta,

Pau

 

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