dissabte, de juny 02, 2007

Hasta siempre

Buenas,


Habían transcurrido 5 horas y media del mes de junio y finalmente nos despedíamos. Después de un anyo juntos tocaba decir adiós. Escogimos la estación de Nørreport, un lugar que me trae muchos sabores, la mayoría tristes.


Nunca me he sabido despedir. Cuando me despido de alguien especial siempre pienso que no lo he hecho del todo bien y que tengo que volver a despedirme. Muchas veces me espero a que la otra persona marche, otras me doy la vuelta para ver hacia donde va, unas pocas veces miro adelante y ya no vuelvo la cabeza. La despedida deja una sensación de desconexión y de inseguridad. Muchas veces deja la duda de si la despedida es definitiva o temporal y si las cosas alguna vez volverán como fueron antes de la despedida. La mayoría de veces no son iguales.


Esta vez la despedida fue extranya. Casi no hubo ni un adiós, ni un gesto de carinyo, ni un hasta siempre, ni un gracias... Quizás es lo mejor en estos casos, que sean las mentes y los corazones los que juzguen y recuerden. Subió en un taxi y yo me fui andando 10 minutos más hasta donde había dejado la bicicleta en el inicio de la noche, hacía 6 horas.


Rodé por un Copenhague a plena luz del día (amanece a las 4) y dormido. Las calles estaban vacías y un poco húmedas por la tristeza que había derramado el cielo aquella noche. A las 6:15 entraba en la cama y a las 7:45 me levantaba para ir a la oficina. El cansancio y el suenyo fueron brutales antes de la comida, por la tarde todo fue mejor aunque cuando llegué a casa a las 6 estaba tremendamente derrotado. De todas formas me demostré de nuevo que cuando hace falta también puedo ser el que sale hasta el final (empezamos la noche 20) y llega de madrugada a casa. Sólo es cuestión de proponerselo y de escoger las ocasiones que valen la pena. Esta sin lugar a dudas lo fue.


Por si teneis curiosidad de quién estoy hablando, lo hago de mi exjefe Rasmus, que ha decidido dejar la empresa.


Todo comenzó hace poco más de un anyo en Copenhage. Un día de abril, triste, lúgubre y lluvioso llegué a la oficina para las entrevistas finales. Hubo tres cosas que me hicieron decidir dar un paso al frente y "arriesgarme". La primera el mapa del mundo que presidía la sala donde tuve las entrevistas. La segunda las condiciones laborales. La tercera la energía y la pasión con las Rasmus, presentó el proyecto. Ninguna de las tres cosas me ha defraudado hasta ahora, aunque su marcha obviamente marca un antes y un después.


De él me quedan muchas cosas. La primera y más importante la amistad. Lo quiero expresar con letras pequenyas porque "amigo" es una palabra muy sagrada. Es fácil ser amigo de alguien al que ves cada día, no tanto de alguien al que dejas de ver. Ese es el momento en el decides si alguien es o no es amigo.


La segunda es su energía y pasión constante. Él es una de esas personas que están siempre en guardia y que desprenden fuerza por todos los poros, una de esas personas que odia la rutina y se plantea a cada momento si lo que hace realmente vale la pena.


La tercera es su ambición y la sensación que si luchas por lo que crees pocas cosas son imposibles. Si no fuera por él nunca hubiéramos ido a Boston el anyo pasado y no tendríamos el equipo que tenemos.


La cuarta es su capacidad de crítica. Con él he aprendido que un jefe te puede criticar duramente con espíritu constructivo y que tú puedes contestar, argumentar, convencer y también criticarle. Las sesiones de revisión de mis proyectos han sido a veces muy duras pero siempre positivas al final (aunque a veces sólo me he dado cuenta al cabo de unos días). Él me hace creer que el siísmo (decir que sí al jefe siempre) no conduce a nada.


La quinta y última es su habilidad de distinguir los momentos de trabajo en la oficina de los de fiesta y vivir al máximo los dos. Ser el mejor profesional y a la vez el mayor fiestero. Podría explicar un montón de anécdotas de Nueva York, de Shanghai o de Boston, pero no os quiero aburrir.


Os dejo una foto de nuestro último día de reunión de equipo. Un encuentro en casa de Kendrick donde aprendimos algo de lucha personal.




Para finalizar sólo dos deseos: que la vida le regale todo lo que ambiciona, y que algún día alguna persona de la que yo haya sido jefe sea capaz de escribir sinceramente sobre mi lo que he escrito hoy sobre Rasmus.


Hasta siempre


Jordi

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1 Comments:

At 9:45 a. m., Anonymous Anònim said...

Hola Jordi,

Espero que et refacis aviat del comiat del teu Cap, i que hagis guanyat un amic; que el nou cap t'enriqueixi, tant, a nivell de feina com a nivell personal.

La veritat, no et puc dir que com a Cap ets col·laborador, agradable i sense fums, perquè mai has sigut el meu Cap però sí que has sigut un EXCEL·LENT company (ponent).

Records,

MGT

 

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