dilluns, de desembre 05, 2005

Qué día

Buenas noches,

Ayer no pude escribir. Llegué de fiesta hacia las 6 de la mañana. Y la verdad es que no me quedaban ni fuerzas ni ganas para abrir el ordenador y empezar a escribir. En Hanover era diferente, primero porque todos los bares cerraban a la 1 y segundo porque el ordenador ocupaba un rol más importante en mi vida del que ocupa hoy y ahora.
Fue una cena interesante en un italiano (Los Inmortales). Se come bien, pero empiezo a gastarme demasiado dinero en cenas, y como dice mi padre hay que vivir al ritmo al que uno puede permitirse vivir. Quizás el contagio americano me mueve a consumir y a subirme al carro de los visaadictos. Pero soy consciente. Almenos tengo eso.
Después pasamos de un bar de Santaló, a Danzatoria (zona Tibidabo) y finalmente al Rosebud (misma zona). En fin, que quizás se bebió más de lo imprescindiblemente necesario (más gasto) y la noche se alargó más de lo saludable y aconsejable.
El tipo de peña que está a las 5 de la mañana en el Rosebud es curioso. Hoy no me extenderé demasiado, quizás otro día. Es de mis locales favoritos de BCN, por su ubicación, porque es amplio, porque la música está bien y porque en verano hay una terraza bien bonita.
Hoy tenía que ir en bici, y obviamente no he podido ir. Ni la grua municipal me levantaba. La primera sensación es la de un pinchazo en la zona abdominal. Primera decisión (hoy ha sido un día de decisiones), abandonar al máximo posible mi 4 roses con Coke. No sé si son las rosas o la cola lo que me matan, pero una de las dos.
Dando vueltas a la cama he decidido llamar a una persona con la que tenía un paréntesis abierto desde hace tiempo que urgía cerrar. He quedado con ella. Me he levantado. He abierto el ordenador (como no), he bajado mails, y he recibido uno que me ha retornado a la cruda realidad. Muchas veces negamos la realidad que vivimos, no porque no seamos conscientes de ella, sino porque no la aceptamos. Me encanta una frase: No es más ciego el que no ve sino el que no quiere ver. Segunda decisión: aceptar mi realidad.
He quedado con esta persona, y la conversación, de casi 3 horas, ha sido deliciosa. Como siempre nos hemos tirado los platos por la cabeza (en sentido figurado, obvio). Para mi ha sido como un retornar a casa, como una bocanada de aire fresco dentro de una atmósfera que había estado muy contaminada. Amor quizás es una palabra demasiado sagrada. Dejaré la palabra estima. Nos ha sobrevolado e impregnado una gran estima. Paréntesis cerrado. Paréntesis abierto.
Lo demás ha sido una comida en casa de mis papás con hermanito y abuela. Una comida "de pueblo" como le gusta decir a mi hermano. El tipo de comidas que nunca llegará a USA. No hay tiempo para hacer un cocido de 2-3 horas. El único día que cocinan tanto tiempo es el día de acción de gracias, y ese día optaron por el pavo.
Después de una nueva victoria del Barça, me he dirijido a recuperar mi moto. Como algún gracioso me ha roto de nuevo la caja de la moto tuve que dejar el casco en casa de una persona de IESE (tercera decisión: no arreglar la moto de nuevo). Dicha persona estaba en actitud más que cariñosa con otro ser humano en Rosebud. Decidir marchar a casa en vez de aguantar la vela y esperar que los retoñitos decidieran marchar a casa a retozarse. En fin, un paseo en la noche de Barcelona. Delicioso. La luna está a punto de ser nueva, pero el cielo está tan limpio que se vislumbra el pequeño anillo lunar y el resto de la sombra del círculo. Un espectáculo fantástico.
Mañana empieza una nueva semana, con un ojo alerta al móbil, por si McK llama y despeja una de las incógnitas de mi vida. Ayer decía a alguien que almenos quería uno o dos días de estabilidad. Creo que sí. Incluso hoy, uno de los lectores de mi blog, me ha aconsejado descansar. Gracias.

Un besito

Jordi

PD: adiós Wanderlei. Espero no echarte en falta

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