Mujer inacabada

Feliz año

Son días tranquilos, muuuuuuy tranquilos. Como lo ha sido la entrada de año. Light, muy light.
Tengo tiempo para hacer cosas que de aquí a una semana ya ni soñaré hacer: escribir, leer, cocinar, ...

Por ejemplo, hoy, después de un rápido desayuno, he ordenado un poco la casa, he trasladado la plancha a la habitación del ordenador, he traído la montaña de ropa que tenía pendiente, he encendido el ordenador y me he visto El Crepúsculo de los Dioses de Billy Wilder. Una película en blanco y negro, a las 11 de la mañana y planchando. Se me puede calificar de freak, lo reconozco, pero planchar+cine es uno de esos hobbies ocultos que me gusta reconocer, jejejeje. No conozco mucha gente que le guste planchar. El hecho de ver la ropa hecha un rebujo y al cabo de un momento, después de plancharla, verla bien doblada y lista, ..., en fin, no continuo. La peli ha estado bien. Va sobre una artista que fue una estrella en el pasado, que ahora nadie llama para hacer películas, pero que sigue viviendo como si estuviera en el pasado y que es lo más egocéntrico que te puedes tirar a la cara. Muy interesante y bien rodada, aunque un poco demasiado dramática para un lunes por la mañana, que además es inicio de año. Los expertos cinéfilos hablan tanto de Wilder, que me he decidido a bajarme algunos de sus hits, ya he visto Testigo de cargo y El Crepúsculo de los Dioses. Es un cine mucho más real que el actual (me refiero a los hits). Explica historias personales y lo importante son los personajes, no el espectáculo que les rodea. Bueno, empiezo a parecer un poco carca.

Ayer me acabé El Pianista de Vázquez Montalbán. El tipo escribe como los ángeles. No llega a García Márquez pero da gusto leerle. Trata sobre el mundo de los artistas, especialmente los músicos, y su relación con tres épocas diferentes: la Barcelona de inicios de los 80, la Barcelona de postguerra y el París del 36. Me interesa sobretodo la última porque el protagonista tiene una lucha interior. Acaba de recibir una beca del gobierno republicano catalán para estudiar en el Conservatorio de París durante dos años. Una oportunidad increíble. Ya vive en París y en un mes empiezan las clases. Sin embargo, la Guerra Civil ha estallado en España y él, republicano y antifascista se muere de ganas de volver a su Barcelona a defender la libertad de los opresores. La lucha interior se resuelve con la renuncia a una carrera exitosa y la vuelta a la Barcelona en llamas, la derrota, la prisión, la represión, la postguerra, ...

Además del protagonista, Albert, me quedo con Teresa, la compañera de otro músico. Albert la define como una "mujer inacabada". Una persona con un potencial enorme que está al lado de un déspota que la menosprecia continuamente y que sólo la utiliza como objeto sexual. Este concepto de mujer inacabada me fascina. El otro día hablaba con mi amigo Xavi (cuento 3 Xavis entre mis colegas ;)). Le comenté que me disgustaban los tipos que no dejan soñar a sus parejas, que les da miedo que sus sueños les separen de ellos. Él me dijo que lo mismo pasa con las tipas que no dejan soñar a sus compañeros. No pienso igual que él. En esto debo ser un poco antiguo. Pienso que los sueños femeninos son más altos, más dulces, más bellos, y que una mujer "realizada" (y mira que está prostituida esta palabra) es el ser más bello de la creación. Es cierto que en el siglo XXI las mujeres inacabadas son muy culpables de ser inacabadas. Muchas piensan que tienen lo que en realidad no tienen, y cumplen el dicho de "no es más ciego el que no ve sino el que no quiere ver". Otras simplemente se aferran a las seguridades que les ofrece la vida, pensando que el mañana será mejor, y si no, pues ya nos acostumbraremos. Nosotros también somos culpables de ese "inacabamiento" (disculpas Mr. Cervantes) por no reconocer sus sueños, por no abrir sin miedo la jaula en la que las guardamos, y por condunfir, en muchos casos, amor con posesión. Mujer inacabada, bonita combinación.

Ahora toca comer, buen provecho y buena digestión.

Jordi