diumenge, de setembre 17, 2006

China, ese país...

Hace muchos anyos que China crece al 10% anual. Dicen los economistas que ya es la cuarto economía mundial y en breve, si sigue así, arrebatará a Alemania el tercer puesto y a Japón el segundo. Un país con un crecimiento tan brutal y sostenido merece mucha más atención que la que recibe, mucha más que los zapatos chinos, los restaurantes chinos o el hecho que parece que no hay entierros de chinos en Catalunya.

Tanía muchas ganas de visitar el país, especialmente Shanghai. Me habían hablado de una ciudad espectacular, intercultural, en continuo movimiento, 24 horas al día, algo así como el New York de Asia.

Llegué a Shanghai hace una semana. De hecho ya me he ido. Escribo desde el avión que me lleva de camino a Copenhague. Cosas que tiene viajar en business class. Otro día hablaré del avión. Hoy me centraré en China.

Pues eso, que he estado una semana en Shanghai. Y la verdad es que, de la ciudad, me llevo una gran decepción. La desorganización me la esperaba, ya la viví en Bangkok, y parece que no les moleste demasiado. Los coches van y vienen, giran donde quieren, y hacen lo que les da la gana. Los atascos están a la orden del día y si empieza a llover ya ni os explico. Ríete de los atascos de Barcelona, juego de niños. Los medios de transporte públicos no han crecido al ritmo de la ciudad, cuando llueve no hay taxis y la ciudad se queda absolutamente bloqueada.

El clima tampoco es de destacar. Cada día que habría la ventana esperaba un sol esplendido. No ha sido así. El denominador común ha sido un cielo gris, muy gris y la única diferencia es que había días que llovía por la manyana, otros que por la tarde, otros que por la noche y otros que todo el día.

Pasaré muy por encima el tema de la comida, primero porque para evitar sorpresas intento no comer ni nada extraño ni nada muy picante. Eso reduce mucho mis posibilidades. Así que lo mejor es pasarse por alguna de las cadenas internacionales, Starbucks, Pizza Hutt o McDonalds, porque por comer porquería al menos que sea conocida.

Para acabar hablaré de los chinos. No es bueno generalizar, pero la verdad es que mi experiencia nunca ha sido buena con ellos. Recuerdo que en Oldenburg, cuando estudié en Alemania, una de las personas con habitación en mi piso era una china. Éramos 6 en total y había dos banyos. Sólo un detalle para que os hagais una idea, 5 acabamos compartiendo un banyo y la china el otro. El nivel de suciedad interior y exterior era desagradable llegando a niveles de problemas de higiene pública. Y bueno, cuando se ponía a cocinar platos chinos…

Pues en Shanghai me han sorprendido muchas cosas de los chinos. La primera es que en la calle se ven muchos empleados (policías, trabajadores en las obras, …) pero muy pocos están trabajando. Me explicaron que el gobierno lo hace para no tener paro. Forma curiosa de reducir las cifras oficiales. El gobierno lo controla todo o casi todo, y me explican que a todo extranjero se le realiza un informe mensual para analizar si realiza alguna actividad que pudiera ir contra el régimen. Por supuesto hay otras cosas que el gobierno no interviene o hace la vista gorda, las falsificaciones son una de ellas y la prostitución es otra. A la entrada del hotel siempre había tres o cuatro proposiciones de “massage ladies” y en los bares todas las chicas chinas ejercían ese oficio.

La experiencia tampoco ha sido del todo positiva a nivel profesional. Las presentaciones que he hecho han ido muy bien, pero no puedo decir lo mismo del trabajo en equipo. Se ha llegado al extremo que tenemos que presentar el proyecto otra vez en los próximos días. En mi grupo había un indio y un chino. En cualquier grupo de trabajo siempre intento facilitar las cosas, entender a la gente, hablar, conversar, etc. En este caso me ha resultado imposible. El indio era una persona incapaz de escuchar a nadie y el chino era un cero a la izquierda. Tenía dos opciones, una era hacerlo yo todo solo y la otra era llegar a un consenso y pegarnos una ostia. Algunos dirán que era mejor la primera, otros dirán que era mejor la segunda. Yo opté por la ostia.

Y con ello llego al punto final de reflexión sobre los chinos. No me parecen gente brillante. Sé que no es bueno generalizar y tampoco quiero sonar arrogante. Creo que todo proviene de la idea del régimen comunista. Siempre hay alguien por encima que es capaz de decidir qué es lo mejor para todos. El juego consiste en obedecer al de arriba y así uno se evita problemas en el futuro. Negar la libertad personal de actuar, pensar, etc. me parece una condición inaceptable para poder justificar el crecimiento económico de un país. Lo cierto es que “los de arriba” parecen personas inteligentes y “los de abajo” parecen estar contentos con su situación. Así que, a mi entender, poca cosa va a cambiar en china en los próximos anyos. Sólo esperar que “los de arriba” no se vuelvan locos, porque entonces todos vamos a tener un grave problema.

Desde el aire, un beso bien fuerte. Nunca hubiera pensado que tendría tantas ganas de llegar a Copenhague.

Jordi

1 Comments:

At 12:55 p. m., Blogger Fran said...

Nunca hubiera pensado que te vería hablar de McDonalds y compañía como lo más recomendable para comer en algún lugar ;-)

 

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