diumenge, d’agost 19, 2007

Paul Van Dyk

Buenos días,

En Copenhage son las 13:47, no debe hacer demasiado buen tiempo. Es una buena hora para escribir en el blog si no fuera porque no estoy en Copenhague, estoy en Nueva York, son las 7:49 de la manyana y hace ya más de una hora que mi reloj vital me impide dormir más.

Sí, de nuevo en Nueva York, y ya debe ser una decena de veces en los últimos 3 anyos, 5 en los últimos 10 meses. Ayer completé el 9 vuelo de los 15 que voy a tomar este verano de 2007, un verano loco y a la vez apasionante que me va a llevar de turismo o de trabajo a 7 países.

Llegué a NYC casi a las 3 de la tarde. Nunca había tenido problemas en Newark así que me dirigí confiado a la aduana, allí me retuvo una cola de 50 minutos. En frente del policía las típicas y tópicas preguntas. Sin embargo algo no le gustó y me dijo que tenía que pasar una segunda entrevista. La excusa fue: "tu pasaporte es muy nuevo". Me recordó a la razón por la que me suspendieron mi primer examen de conducir: "has conducido muy lento". En fin, que hay que cubrir cupos y ayer me tocó cubrir el mío. El segundo policía se limitó a sellar el pasaporte. A él no le pareció nuevo. La sensación de impotencia e incredulidad ante dichas "autoridades" es tremenda. Pero supongo que los de Guantánamo tienen más razones para quejarse.

Alquilé el coche y me dirigí a la gran manzana. Aparqué delante del hotel y subí la maleta. Que cobren 220USD por esa habitación roza el insulto personal. Suerte que mi amigo Jan accedió en compartirla (dos camas, obvio ;)).

Entonces decidimos ir al concierto de Paul Van Dyk en Central Park. Nueva York siempre tiene cosas nuevas y atractivas, y esta vez fue el concierto del mejor DJ trance del mundo en medio del parque más nombrado del mundo. Los que me conoceis sabreis que el pumpumpumpumpum del trance no es lo mío, pero os he de reconocer que la experiencia no me disgustó. Fueron tres horas de música, en algún momento de muy buena música. Fueron tres horas de combinación de sonido, luces e imágenes muy bien logradas que enloquecieron al público. Fueron tres horas de observar a gente, a mucha gente (seríamos unos 7 mil). Gente diversa en etnia, en edad, en devoción por el trance. Gente con unas pintas tremendas (sin camiseta algunos, incluso chicas). Había bastante aparentemente drogados, por qué no decirlo y también olí algún porro (mierda de olor), pero en general el ambiente era bastante sano. Sorprendió ver el precio del agua a 5USD los 50cl, pero bueno...

Me gustó sobretodo los momentos en que se combinaba máquina con voz. La máquina sola me es muy difícil de sostener, pero momentos como el de esta canción me gustaron mucho http://www.youtube.com/watch?v=3G8_rXCvG5E Lo dicho, un mundo a descubrir y al que seré algo más abierto de miras desde ayer.

A las 3 horas marché, para mi reloj vital eran cerca de las 4 de la manyana y pese a estar en un concierto tecno se me cerraban los ojos. Caminé por la 71 y decidí coger Columbus Av en vez de ir al hotel. Bajé hasta el Lincoln Center, otro de los regalos de NYC que hacía tiempo no veía, y de allí volví a subir dejándome absorber por la atmósfera de esa ciudad que combina en un trecho de calle los restaurantes y las tiendas más caras y sofisticadas con el viejo que intenta sobrevivir tocando el saxofón, sólo y al que no le importa ni volar, ni visitar, ni Paul Van Dyk, ni la música trance, al que sólo le importa comer al día siguiente.

Besos

Jordi

dijous, d’agost 16, 2007

No tot sempre surt com esperàvem

Bona nit,

Copenhage em regala un agost a 15 graus i plovent. L'ombra de la tardor s'apropa perillosament i certament, si només depengués del temps, aquesta és una ciutat que duria inevitablement a la depressió. Sort que el meu estat emocional no depèn només del temps.

L'altra dia pensava en una cosa que em va passar amb el Víctor a Luz-Ardiden, al darrer dels cims que vam coronar als Pirineus. Feia un dia bastant dolent i gran part de la pujada la vam fer amb boira. La boira es va acabar un cop travessats, literalment, els núvols. Un cop adalt i abans d'iniciar la baixada vam decidir posar-nos la màniga llarga del windstopper.

El windstopper és un gran invent. Es tracta d'una peca de roba per la part superior del cos que permet transpirar però impedeix que el fred exterior entri en contacte amb la pell. D'aquesta forma és útil per pujar amb la bici ja que sues i és útil per baixar perqué impedeix que el vent et geli. A més, molts d'ells, són de màniga llarga i permeten extreure la mániga simplement amb una cremallera.

Doncs això, que vam decidir posar-nos la màniga llarga. Això ho hem fet moltíssims cops en els darrers anys, potser una vintena o més. El Víctor em va ajudar a posar-me una de les mànigues, i de sobte va veure que la màniga no coincidia amb la cremallera. No podia ser! Sempre havíem pensat que les dues mànigues eren iguals i que era el mateix posar una màniga al cantó esquerre que al dret. Sempre ens havia funcionat. I aquell dia ens vam adonar que no, que no era així i que cada màniga tenia el seu cantó.

A la vida molts cops ens passa el mateix. Pensem que quelcom funcionarà perquè sempre ha funcionat. Aquesta és la nostra seguretat. I és quelcom que podem aplicar al cos, a les relacions d'amistat, de parella, parentals, a la feina... Hi ha coses que no podem fer res. Deixen de funcionar. Hi ha d'altres, moltes, en les que sí que podem fer, i on tenir cura i defugir de les seguretats poden ser les úniques claus perquè tot continui funcionant bé i les mànigues sempre trobin el seu lloc al windstopper.

Bona nit

Jordi

Estadisticas y contadores web gratis
Manuales Oposiciones