dilluns, de desembre 31, 2007

2007

Bona nit,

Feia dies que pensava escriure un mail resum del 2007, però he fet bé d'esperar-me fins al dia 31. Aquesta tarda havia de córrer la cursa dels Nassos, em feia molta il.lusió acabar l'any així, però no ha pogut ser. Aquest matí anant amb la bici per la Zona Franca he caigut quan la roda de la bici s'ha quedat enganxat a la via del tren. La trompada no ha anat a més, pero al cap de poca estona he comencat a sentir que em feia mal el ronyó. He seguit pedalejant amb Victor, Carles, Miguel i Miriam, que anava al seient de darrera de la bici del seu pare. Ens hem aturat a veure l'espectacle dels avions com aterren a El Prat (un lloc desconegut per mi i molt aconsellable), hem seguit amb la bici però ja no he pogut més.

Les següents 3 hores han estat d'un patiment bèstia. El meu tercer còlic nefrític (o sigui pedra al ronyó). Diuen les dones que n'han tingut que és una dolor comparable a donar a llum. No se l'aconsello a ningú. Al final hem anat a un CAP de El Prat. He entrat bramant. M'han atès molt bé i ràpid. El xut de buscapina ho ha solucionat tot i a la tarda ja he tret la pedra.

Avui no sortiré, un cap d'any diferent, tan diferent com aquest any, el 2007, un any inolvidable.
El 2007 va tenir un comencament difícl, però nombroses experiències i persones han sapigut omplir de sorra els tous de tristor que havia deixat anar.

2007 serà segurament l'any de la meva vida en el que viatjaré més. De Rotterdam a Japó, de la Toscana a Shenzhen i Hong Kong, dels Pirineus francesos a Nova York, de Lisboa a Panamà, de Milos a Vietnam. Els records i les imatges m'omplen el cap i em fan adonar que cada cop el món és més petit però igualment està ple de contrastos, de diferències i d'injustícies. També, avui, quan he sentit que enguany s'han escollit les set meravelles del món (Petra a Jordània, el Crist de Rio de Janeiro, la muralla Xina, Machu Pichu a Peru, les piràmides Chichen Itza de Mèxic, el Coliseum Romà i el Taj Mahal a la Índia) m'he adonat que no n'he vist cap d'elles i que per tant encara resta molt per viatjar i conéixer.

Però més enllà del viatjar més o menys i de tenir més o menys segells al passaport, enguany i espero que sempre, el més important són les persones. Fa uns dies mirava l'agenda de telefon del meu mòbil espanyol. Ho faig quan arribo a Barcelona, així truco a la gent que fa molt temps que no hi parlo i que potser m'he oblidat i tot. És curiós llegir a la llista persones que has fet desaparéixer de la teva vida (poques), altres que s'han anat diluent com un sucre (bastants), altres que fa molts anys que t'acompanyen (Déu n'hi do) i altres que des de fa poc el meu nom és quelcom important a la seva vida (poques). És un exercici interessant de fer perquè ajuda a adonar-te de les decisions que conscient o inconscientment has fet a la teva vida.

Gràcies a tots els que sou companys d'aquest viatge. El 2007 ha estat apassionant, espero que el 2008 tots l'iniciem amb moltes il.lusions i somnis i que lluitem per fer-los realitat.

Petons

Jordi

PS: una recomanació per acabar l'any: "La insoportable levedad del ser" de Milan Kundera. Deixeu-vos sorprendre per aquesta novela.

dilluns, de desembre 24, 2007

Diferentes

Buenas noches desde Barcelona,

Hace algún día que quería escribir este post y ayer, leyendo Moon Palace de Auster (la recomiendo), descubrí una historia que me venía como anillo al dedo para escribirlo.

Fogg, el protagonista de la novela, acompanya a Effing, el minusválido al que cuida, por las calles de Nueva York. Effing está muriéndose y decide distribuir parte de la gran fortuna que tiene con la gente que pasa por la calle. Primero se dirige al banco y pide 20 mil dólares en billetes de 50. Son 50 dólares (unos 40€) de 1970, así que una cantidad apreciable. Effing decide distribuir el dinero durante 10 días, por lo que cada día reparte 40 billetes.

Fogg supone que la gente reaccionará de forma uniforme al recibir los billetes de 50 dólares, pero se sorprende al ver el abanico de reacciones. Unos ríen, otros lloran. Unos dan las gracias, otros se muestran recelosos pensando que es una broma o una falsificación. Unos los aceptan y dan las gracias e incluso les invitan a tomar algo, otros dicen no gracias. 40 reacciones diferentes cada día.

La semana pasada una colega del trabajo trajo galletas que había cocinado la noche anterior. Estaban muy buenas y todos la felicitamos. Nunca había hecho nada parecido y la verdad es que es una persona que pasa muy desapercibida, es muy tímida e introvertida. Hacia la una de la tarde marchó porque se había cogido medio día de fiesta. Cuando pasé de nuevo por delante de su mesa la caja de galletas tenía un post-it: "Hoy es mi cumpleanyos, disfrutad de las galletas". La verdad es que todos en la oficina nos quedamos alucinando.

Me quedé muy sorprendido, no era algo que esperaba. Supongo que no lo esperaba porque yo no lo hubiera hecho así. Yo hubiera cocinado algo (sabéis que me encanta cocinar) pero hubiera querido compartir mi alegría con los demás. Muchas veces nos pasa eso, pensamos que todos reaccionaran como nosotros, o pensamos que sabemos como los demás reaccionaran. Y de pronto algo pasa que no nos cuadra, somos diferentes. A Fogg le pasó como a mi, esperaba que todo el mundo reaccionara como lo hubiera hecho él.

Nos gustaría que los demás, y sobretodo los más cercanos, se comportaran de una determinada forma en cada momento, a cada ocasión. Entonces creemos que todo sería perfecto, los engranajes de las relaciones se moverían con más sincronismo, y aparentemente todo sería más fácil. Sin embargo, en el mundo real, en el que yo vivo y en el que Auster describe a Fogg, eso no es así. Supongo que la solución es simplemente "no esperar" o darse cuenta que somos "diferentes" y que la diferencia, aunque a veces nos complique un poco la vida, en el fondo nos enriquece, nos hace más tolerantes y nos hace crecer.

Un beso y bon Nadal

Jordi

dimecres, de desembre 12, 2007

Japón y Alemania

Buenas noches,



Como algunos de vosotros sabéis he pasado unos días en el país del sol naciente, Japón. Ha sido un viaje espectacular en el que he visitado grandes urbes como Tokyo o Yokohama, ciudades históricas como Kyoto o Hiroshima o pequenyas maravillas como Nara o Takayama.

Unos días deliciosos descubriendo una nueva cultura, unas personas que consideran el servir a los demás como un orgullo y no como una carga, una sociedad que valora la eficiencia por encima de todo y una gastronomía diferente y exquisita.



La foto es de Hiroshima, del "A-bomb Dome", un edificio muy cercano al epicentro de la explosión del 4 de agosto de 1945. Nadie sabe como esa estructura aguantó 4000 C. Parto de ese edificio para esta reflexión.


Japón sufrió ese día seguramente la mayor humiliación de su historia. Los japoneses, capaces de invadir a todos sus vecinos (Rusia, China, Corea) y hasta atacar al gran gigante americano (nunca sabremos la verdad de Pearl Harbour), son reducidos a una montanya de escombros. Jápón, a punto de firmar la rendición, recibe dos bombazos, Hiroshima y Nagasaki. Derrotados, los japoneses se dan cuenta de la limitación de su fuerza y de su convicción. Todo es destrucción y oscuridad. Hasta el emperador, figura divina hasta ese momento, se vuelve humano y visible.


Nadie diría que Japón fue un país humillado y destrozado hace 60 anyos (no sólo las bombas atómicas causaron destrucción, Tokyo y Yokohama fueron reducidas a cenizas). Japón, un pequenyo archipiélago con 125 millones de personas se convirtió poco a poco y con mucho esfuerzo en la segunda economía del mundo. Increible para un país sin apenas recursos naturales.


Pero la segunda guerra mundial no sólo dejó destrozos, dejó un pueblo aturdido y escarmentado. En mi opinión un pueblo con gran crisis de identidad nacional, donde no se lucen muchas banderas y donde la sociedad se mueve entre el pasado y la religión sintoista o budista y el presente marcado por el consumismo juvenil y la imitación de los estereotipos americanos. El deporte más seguido es el baseboll. El día de acción de gracias (el del pavo) también es festivo en Japón.


Parece increible, pero los dos países perdedores de la segunda guerra mundial (Italia es el tercero, pero los italianos son otra historia), parecen tener historias e idiosincracias similares. Alemania, otro país humillado y reducido a escombros. Dresden su Hiroshima. Otro país totalmente recuperado en 60 anyos. 80 millones de personas que suponen la 3a o 4a economía mundial (a expensas de los chinos). Increíble. Ver las imágenes de Freiburg, Dresden, Frankfurt o Hamburgo en el 45 y ahora dice mucho de esta población. Perseverantes, luchadores, orgullosos. Quizás su crisis de identidad no es tan marcada como la japonesa, pero en Alemania las banderas son aún bastante tabú y ciertos temas generan aún resquemor. El holocausto está demasiado cerca como para olvidarlo. Espero que siempre lo esté.


Alemania, Japón. Dos lecciones para aprender. Dos países que funcionan. Dos sociedades que luchan, que se caen y se levantan. Dos culturas que ensalzan la eficacia, con dos toques diferentes, pero con las ganas de hacer las cosas bien, sólo por hacerlas bien. Quizás por ello me gusten tanto.


Dicen que no es casualidad que los dos últimos mundiales de fútbol fueran en Japón y Alemania. Alemanes y japoneses reconocen que ha sido un punto de inflexión para su reconocimiento nacional, para reconocerse pueblo y para seguir caminando juntos. De algo ha de servir el fútbol ;)


Un beso, con sabor a sushi


Jordi

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